viernes, 18 de junio de 2010

Cine de Terror (Caracteristicas, Clasificaciones, Historia y Evolución)



El cine de terror es un género cinematográfico que se caracteriza por su voluntad de provocar en el espectador sensaciones de pavor, miedo, disgusto, repugnancia u horror. Sus argumentos frecuentemente desarrollan la súbita intrusión en un ámbito de normalidad de alguna fuerza, evento o personaje de naturaleza maligna, a menudo de origen criminal o sobrenatural.


[editar] Características
El cine de terror bebe de las fuentes de la literatura y las supersticiones y leyendas tradicionales, así como de temores y pesadillas nacidos de contextos socioculturales mucho más actuales y precisos. Por una parte, de la novela de terror, nacida en la segunda mitad del siglo XVIII; por otra, de la tradición oral del cuento de miedo, ampliamente desarrollada en las sociedades rurales de todas las culturas. De aquí, en último término, surgirán los elementos y personajes básicos utilizados en las películas de este género: los vampiros, el hombre lobo, los monstruos, fantasmas, brujas, zombis, así como las desdichadas réplicas humanas, al estilo de Frankenstein.

Otras señas de identidad del género son un uso muy particular de la iluminación, que muchas veces tiende a inspirarse en la pintura romántica alemana del siglo XIX, la cual se caracteriza por el recurso frecuente al claroscuro, a los contrastes de colores y los tonos penumbrosos, efectos muy apreciables en el cine expresionista de los primeros años (Murnau, Fritz Lang). Los espacios o escenarios más visitados serán la noche, cementerios, la casa abandonada, el castillo, las ruinas, el laboratorio lúgubre, el bosque o el erial sombrío, el jardín decadente, que han terminado conformando un catálogo de "lugares" comunes. Asimismo, nunca debe faltar una banda sonora densa y sugerente (El resplandor, Psicosis, Tiburón...), junto a unos escalofriantes efectos de sonido (El exorcista, Alien, Drácula de Bram Stoker de Coppola...), efectos que en los últimos tiempos rayan más bien en lo ensordecedor (Soy leyenda, de 2007).

El público se siente atraído hacia este tipo de películas precisamente por los estímulos emocionales novedosos e intensos que recibe, es decir, lo insólito-escabroso inscrito momentáneamente en la rutina diaria. Los efectos fisiológicos que experimenta el espectador horrorizado en su butaca incluyen fuertes subidas de adrenalina, con dilatación de pupilas, aceleramiento cardíaco y respiratorio, y sudor frío, todo lo cual por lo común se cierra con un desahogo final, en el cual, de acuerdo con el remate que haya tenido la historia, reinará el consuelo o el desconsuelo.

El motor sensacionalista en estas películas es, en muchos casos, la exhibición de la crueldad, humana, bestial o sobrenatural, como representación del Mal, en cualquiera de sus muchas variantes, y esto explica que la gran competencia comercial en esta industria haya generado una escalada indiscriminada de contenidos truculentos en el género a lo largo de los últimos años.

Aparte del Mal y muy ligado a él, lo oculto o misterioso, como es lógico, define también al cine de terror como género, y lo hace tanto en el plano arquetípico como en su desarrollo escenográfico. Lo oculto sugerido sirve tanto para referirse a la temática del cine de terror (lo oculto del inconsciente criminal, lo oculto de los monstruos siempre escondidos en las entrañas de la sociedad, lo oculto de nuestras tendencias y deseos más inconfesables...), como a su caracterización y puesta en escena, a veces tendente, como en el suspense, a escatimar información al atribulado personaje, información ya conocida por el público, que, impotente en su butaca, espera angustiado acontecimientos. Otras veces se procede a la ocultación y sugerencia a través de la exacerbación engañosa del decorado, de la manipulación de la fotografía, del maquillaje, etc., o por medio de la más pura y simple privación de los elementos implicados, como en la técnica del fuera de campo (la escena terrorífica transcurre fuera del objetivo de la cámara, la cual se centra en sus aledaños; el espectador únicamente "la escucha" o imagina); la interposición del personaje entre la cámara y el elemento terrorífico, etc.

[editar] Clasificación
El cine de terror es un género rígidamente codificado por la industria y que a su vez posee muchos subgéneros, cada uno regido por sus reglas propias, y sometido a normas bien precisas que raramente son intercambiables entre subgéneros.

De entre todas las variantes surgidas en la historia del género, cabría entresacar una escueta clasificación con arreglo a la temática general:

Las preguntas sobre el más allá y lo desconocido que han generado toda la serie de zombis, momias, fantasmas, vampiros, extraterrestres, etc.
El miedo a la tiranía cruel, escenificado, por ejemplo, a través de la relación del Conde Drácula con sus súbditos y víctimas, o bien en la potencia amenazadora de brujos malignos o monstruos, como es el caso de Fu Manchú, King Kong y tantos otros.
Lo monstruoso en sí mismo, relacionado con lo anterior: la aparición de la anormalidad que alarma y atemoriza; tiene su mejor ejemplo en el viejo Frankenstein, y más modernamente, los Alien, Predator, etc.
La pérdida de identidad y el miedo a la locura, visible en filmes como La invasión de los ladrones de cuerpos (Don Siegel, 1956), donde unos seres ocupan los cuerpos suplantando la personalidad de sus víctimas; El exorcista (William Friedkin, 1973), la posesión de la protagonista por el demonio, o la transformación del Dr. Jekyll en el monstruo Mr. Hyde que anida en su interior, en las muchas versiones cinematográficas que ha tenido esta historia; también, Psicosis, de Hitchcock.
[editar] Evolución e Historia
[editar] El terror clásico
El cine de terror nació junto con el mismo cine: los Hermanos Lumière grabaron en 1896 la cinta "L'arrivée d'un train à La Ciotat" (La llegada del tren). En esta película, como su nombre indica, únicamente se mostraba la llegada de un tren; sólo que, dado que el cine era un invento desconocido para la mayoría de los espectadores, éstos creían que el tren se iba a salir literalmente de la pantalla para arrollarlos; los primeros espectadores de la cinta gritaban y escapaban de la sala aterrorizados.


Lon Chaney en El fantasma de la ópera (1925).Pero la primera película deliberada de terror fue realizada en 1910 por J. Searle Dawley, para los Edison Studios se trató de la primera adaptación del mito de Frankenstein. En esta época del cine mudo aparecieron otras películas que aun hoy ponen los pelos de punta, como El Golem (Paul Wegener, 1915), El jorobado de Notre-Dame (Wallace Worsley, 1923) o El fantasma de la ópera (Rupert Julian, 1925).

El siglo XX conoció, pues, desde muy pronto excelentes cultivadores del miedo. Quizá el director más importante de esta primera época sea el alemán F. W. Murnau (1889-1931), responsable de la lóbrega y expresionista Nosferatu, el vampiro (1922), película basada en el Drácula de Bram Stoker. (Dentro del cine expresionista, véase también Fritz Lang — El testamento del doctor Mabuse, M, el vampiro de Düsseldorf— y El gabinete del doctor Caligari.) El famoso vampiro transilvano ha conocido decenas de versiones a lo largo del siglo XX. Son destacables la neogótica (basada en Murnau: como en la película de éste, los dientes largos del vampiro no son los colmillos, sino los incisivos) Nosferatu, vampiro de la noche, a cargo del alemán Werner Herzog (1979), y la espectacular puesta en escena de la película Drácula de Bram Stoker (1992) del norteamericano Francis Ford Coppola.

En los años 1930 dominó el cine de monstruos. Se produjeron obras maestras -según gran parte de la crítica, nunca superadas- del género como El doctor Frankenstein (de James Whale, 1931), La parada de los monstruos (de Tod Browning, 1932) y la muy alabada King Kong (de Merian C. Cooper y Ernest B. Schoedsack, 1933).

Obtuvieron asimismo un éxito espectacular el director Rouben Mamoulian con Dr. Jekyll y Mr. Hyde, de 1931, y Michael Curtiz con Los crímenes del museo, de 1933, película oscurecida por su remake Los crímenes del museo de cera (1953), de André de Toth.

La productora Universal se adentró en los años 40 con El hombre lobo (1941), la película más influyente sobre el tema. En esta década, Universal produjo también secuelas de Frankenstein. La compañía RKO Radio Pictures produjo que ya había producido el citado "King Kong" realizó convincentes películas de terror, como La mujer pantera, de Jacques Tourneur (1942), Yo anduve con un zombie (Tourneur, 1943) y The Body Snatcher (Don Siegel, 1956), esta última basada en el relato de Jack Finney. Otro hito del cine de terror de los 49 es Ladrones de cadáveres, basada en un relato de Robert Louis Stevenson.

No hay comentarios:

Publicar un comentario